Atravesando el miedo

 


El trauma no siempre viene de eventos catastróficos. A veces, lo que marca la diferencia es la impotencia que sentimos ante ciertas situaciones. ¿Te ha pasado? Sentir que no tienes el control, que por más que quieras, no puedes cambiar lo que sucede. Ese sentimiento de estar atrapado, sin salida, es el verdadero origen del trauma.

Cuando el cerebro se enfrenta a una situación que percibe como una amenaza y, además, siente que no puede hacer nada para protegerse o escapar, entra en modo de supervivencia. Así es como almacenamos el trauma, no solo en nuestra mente, sino también en nuestro cuerpo. Es esa experiencia de "no puedo" la que queda registrada profundamente.

🧠 Pero aquí viene lo interesante: lo que más impacta no siempre es lo que nos sucede, sino cómo lo vivimos. Si sentimos que no tenemos control, esa experiencia puede quedarse con nosotros mucho tiempo después de que el evento haya pasado, repitiéndose una y otra vez en nuestra mente.

✨️ El cuerpo recuerda lo que la mente olvida. Muchas veces, los efectos del trauma se manifiestan a través de tensiones, dolores inexplicables o incluso enfermedades. El trauma se siente en la piel, en los músculos, en la respiración. Y aunque no siempre somos conscientes de ello, ese malestar nos recuerda constantemente la falta de control que vivimos en el pasado

💡 Reflexión: Para sanar el trauma, el primer paso es devolvernos el control. Reconocer que ya no estamos en esa situación, que hoy podemos tomar nuevas decisiones y cuidar de nosotros mismos. Empezar a sanar implica retomar el poder que en algún momento sentimos haber perdido.

🎯 ¿Has sentido alguna vez que la falta de control dejó una huella en tu vida? ¿Cómo has aprendido a recuperar ese poder?

Más allá de lo que experimentamos al pasar por una situación traumática, dicho evento nos invita a mirar hacia adentro, a reflexionar sobre el impacto que tiene en nuestro campo energético, en el inconsciente colectivo, y en lo más profundo de nuestro ser.

Creo profundamente que nada sucede sin un propósito, y aunque el dolor puede nublar nuestra visión, en cada dificultad se esconde una oportunidad para elevar nuestro nivel de consciencia. Este es un llamado para que abramos nuestro corazón, para que sanemos heridas que quizás no sabíamos que estaban ahí, y para que encontremos en el caos una chispa de esperanza.

La introspección no es fácil, pero es en el acto de mirar hacia adentro donde encontramos la fuerza para reconstruirnos. Estos momentos son una invitación a crecer, a conectar con nuestro propósito más auténtico y a recordar que somos parte de un tejido universal, donde cada experiencia —por más dolorosa que sea— tiene un mensaje. ¿Qué podemos aprender de esto? ¿Cómo podemos ser una fuente de luz en medio de la oscuridad? Allí donde surge el trauma, también se abre un portal hacia la transformación.

-¿Qué emociones surgen en mí al reflexionar sobre esto? ¿Cómo las vivo en mi cuerpo?

-¿Cómo puedo transformar el dolor colectivo en una oportunidad para conectarme con los demás y aportar algo positivo?

-¿Qué puedo aprender de este suceso que contribuya a mi crecimiento interior y a mi relación con los demás?

-¿Cómo podría cuidar mejor de mi bienestar emocional y físico al procesar lo que ha sucedido?

-¿Qué me gustaría que otros aprendieran o reflexionaran a partir de esta situación, y cómo puedo comunicarlo desde un lugar de compasión y empatía?

Te invito a reflexionar conmigo. Tal vez, podamos sanar un poquito juntos. 


Con amor,

Aintzane Castillo 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Respiración Coherencia Interna

Infancias en Riesgo: Cuando la “Educación Sexual Integral” Socava la Salud Mental Infantil

Vivimos una guerra psicológica y espiritual